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Rendimiento educativo (¿R1?)

 

 

En un artículo precedente se exponía que las pruebas externas eran esenciales para generar datos fiables de rendimiento académico en Primaria (R1), Secundaria (R2) y Bachillerato (R3), pero sólo era factible realizar aproximaciones al rendimiento en este último nivel gracias a la Prueba de Acceso a la Universidad.

Para que los lectores capten fácilmente la importancia de los indicadores educativos básicos se propone algo muy sencillo. He aquí diez palabras corrientes: casa, sardina, automóvil, escuela, cinco, lámpara, camisa, cuaderno, bocadillo, décima. Se trata de leerlas en un minuto (vayan silabeando, como si estuvieran aprendiendo a leer). Esto equivaldría a una velocidad lectora de diez palabras por minuto (VL = 10 ppm). Un lector normal las leería en menos de 5 segundos. Es muy fácil determinar  la VL leyendo un texto (por primera vez) durante un minuto. Ahora se trata de proponer un valor mínimo para los alumnos de 12 años, o sea, cuando se termina la etapa de Educación Primaria. ¿VL = 60 ppm? ¿VL = 120 ppm? ¿VL = 200 ppm? Las alturas educativas consintieron este disparate: VL = 0 ppm. Aunque parezca chocante, se puede acceder a la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) sin saber leer.

La lectura es, fundamentalmente, comprensión. ¿De qué sirve leer si no se conoce el significado de las palabras? El empobrecimiento del léxico conduce inevitablemente al desastre comprensivo. Para estimar la comprensión lectora (CL) hay que leer un texto y formular preguntas sobre el mismo, todo ello en un tiempo determinado. Tras contar los aciertos y los errores, se aplica una fórmula sencilla para calcular el tanto por ciento de comprensión. ¿Qué cifra propondría el lector para acceder a la ESO? ¿CL = 30%? ¿CL = 50%? ¿CL = 80%? En las alturas decidieron que se accediera incluso con un grado nulo de comprensión: CL = 0%.   

En función de los índices citados (VL y CL) se obtiene un parámetro decisivo, la lectura eficaz (o eficacia lectora). Un lector eficaz, además de leer con rapidez, debe comprender lo que lee, adaptando la velocidad y la comprensión al tipo de texto y a su finalidad (leer el periódico, estudiar para un examen, etc.). El texto debe ser adecuado a la edad del alumnado, pues no es lo mismo el cuento de Caperucita que un libro de astronomía. En los manuales se advierte que un grado de comprensión inferior al 60% determina que la lectura no sea eficaz y que, en tal caso, VL carece de utilidad aunque sea alta. Por increíble que parezca, se puede acceder a la ESO con un índice de eficiencia lectora igual a cero patatero (VL = 0 ppm y CL = 0%).

La ortografía es otra técnica básica cuya baja exigencia incide  negativamente en la calidad de enseñanza. No es lo mismo escribir ‘haber’ que ‘a ver’, ‘asta’ que ‘hasta’, ‘abría’ que ‘habría’, ‘espirar’ que ‘expirar’, ‘pulla’ que ‘puya’, ‘sabia’ que ‘savia’, ‘vaya’ que ‘valla’ o ‘baya’, etc. Hay pruebas realizables en media hora que permiten establecer el nivel ortográfico de los alumnos (y de los profesores). Es incomprensible la actitud de las autoridades educativas ante las disortografías observables en todo el recorrido académico, problema que empieza a gestarse en la etapa de Primaria. Como el lector habrá supuesto, se puede acceder a la ESO con un nivel ortográfico equivalente a cero.

También es posible conocer el grado de aptitud numérica mediante pruebas específicas realizables en media hora. La triste realidad es que se puede acceder a la ESO sin saber sumar y restar.

¿Cuál es la razón de tanta insensatez? Pues que un simple artículo puede destrozar el desarrollo práctico de una ley. Pasó con la LOE (art. 20.4) y vuelve a pasar con la LOMCE (art. 20.2): en ambos casos se indica que en la etapa de Primaria se podrá repetir curso una sola vez. Lo cual significa que al cabo de 6 (7) años todo el alumnado que inició la Primaria accederá a la ESO, independientemente de los conocimientos adquiridos. Aunque la LOMCE plantea la realización de evaluaciones externas en 3º y 6º de Primaria (generando por fin referencias fiables en toda España), no establece que la prueba terminal sea de obligada superación para acceder a la ESO.

Resumiendo: se desconoce el rendimiento de los centros en la etapa de Primaria; la Administración educativa no puede garantizar un mínimo de conocimientos adquiridos, ya sean lingüísticos, numéricos, geográficos, históricos, científicos, tecnológicos, etc. La LOMCE también posibilita el acceso a Secundaria obviando los conocimientos del alumnado, circunstancia que impide estructurar con  coherencia el sistema que pretende mejorar. 

 

José Miguel García Torres

 

Publicado el 26 de noviembre de 2015 (Diario de Almería, edición en papel).