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¿Podrá la IA hacernos renunciar a nuestra realidad?

5 de febrero, 2024

 

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Imagen: https://www.pexels.com/es-es/

 

La IA es una combinación de algoritmos que simula la capacidad mental propia del ser humano. Sus límites parecen, prácticamente, impredecibles. La aparición de la herramienta ChatGPT, que en muy poco tiempo ha irrumpido en la vida de millones de usuarios, haciendo posibles desarrollos antes nunca imaginados que hemos incorporado a nuestras vidas cotidianas. Así, es muy conocido el hecho de cómo ChatGPT genera textos. Nuevas aplicaciones están afectando al modo que nos relacionamos en nuestra vida íntima y afectiva. Así lo presenta como experiencia personal Rodrigo Alonso, periodista de ABC (17-9-23), que usando la app Replika mantuvo un noviazgo de una semana con un robot. Su experiencia “fue realista hasta puntos escalofriantes”, comenta.

Con frecuencia aparecen comentaristas en los medios de comunicación, tratando de convencernos de que no hay motivo para inquietarse. Que la IA resolverá todos nuestros problemas. Que debemos preocuparnos por los intentos por parte de los gobiernos para regularla. Esta forma de pensar procede de la opinión más extendida en Silicon Valley (California, EEUU) según la cual, “lo humanos somos tan propensos al error que no habría que confiarles tareas importantes”.

No es aventurado especular que estamos a las puertas de una revolución socioeconómica por los cambios profundos que ocurrirán en la sociedad.

Un ejemplo de lo que se avecina merece la pena unos comentarios: ¿podrá la IA patentar sus propios inventos?

Se ha planteado un debate sobre los nuevos ingenios que abordan la modificación de los límites del sistema actual de la propiedad industrial. Un ejemplo lo brindan las patentes, puesto que las reglas por las cuales se rigen están concebidas para personas y no para máquinas.

El planteamiento del debate parte de la petición del profesor Ryan Abbott de la Universidad de Surrey (Reino Unido), para patentar un sistema de IA que inventa por sí mismo. Es lo mismo que se ha obtenido con Dabus, que funciona en base de complejas redes neuronales. Stephen Thales solicitó la patente que le reconociese a él como titular y a Dabus como inventor. Sudáfrica y Australia aceptaron la solicitud. Estados Unidos de Norteamérica, Reino Unido y la Unión Europea (Oficina Europea de Patentes, OEP) que “se apoya” en la idea que el convenio de patentes europeo exige que el inventor sea humano. Pese a ello los recursos en la UE continúan.

Algunas sentencias han dejado entrever que se puede designar como inventor a una persona y en la descripción de la patente indicar que se ha utilizado la IA como herramienta para conseguir el invento.

Por el momento se han generado numerosos criterios jurídicos, para algunos lejos de alcanzar la meta pretendida, así lo reconoce Ángel Aledo López de la oficina Europea de Patentes, que dice: “el concepto de inteligencia artificial general, una evolución tecnológica que implica que la máquina tiene capacidades humanas como la conciencia, está lejos de convertirse en realidad”. Yo, personalmente, no lo tengo tan claro. Me congratula, por ello, que la revista Nature, quizás una de las más importantes en el mundo de la ciencia, se plantease la pregunta que sustenta esta breve nota: ¿puede la inteligencia artificial figurar como autor? La Dra Magdalena Skipper, editora jefe de Nature, durante una reciente visita a Madrid, respondió: “Una inteligencia artificial no puede aparecer como autor de un artículo científico. Firmarlo quiere decir que te haces responsable de tu investigación. Y no puedes pedirle responsabilidad al ChatGPT”. La respuesta es una síntesis clara del editorial que publicó la revista.

 

Julio C. Tello Marquina

Profesor emérito

Universidad de Almería