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SOBRE CORDEROS Y ORTOGRAFÍA

 

Veintitrés años atrás tuvo lugar un episodio bastante peliagudo en la Universidad de Almería (UAL), concretamente, desde el 19 de febrero al 23 de marzo de 2001. He aquí algunos titulares de la prensa local: “Inmigrantes se encierran en el campus para exigir que se derogue la Ley de Extranjería”. “El rector reconoce que la UAL está desbordada por el encierro de inmigrantes”. “El rector pide ayuda a la ‘sociedad civil’. Estamos solos y al límite de nuestras posibilidades ante el encierro en el pabellón de deportes”.

Como la memoria de los jubilados consultados estaba fallando más de la cuenta, decidí elaborar un resumen tras consultar el archivo de prensa en la biblioteca durante un par de mañanas. Efectivamente, unas cien personas entre subsaharianos y una mayoría de marroquíes, procedentes de Roquetas, Níjar y El Ejido principalmente, acompañados por el iluminado de turno, a la sazón un miembro del SOC, protagonizaron el encierro. Lugar: pabellón de deportes, traslado al edificio central y retorno al pabellón. Objetivo: papeles para todos.

Los encerrados podían desplazarse por el campus gracias a la tarjeta de movilidad facilitada. Al poco tiempo de iniciarse el encierro hubo incluso un ‘milagrito’, pues un moro tumbado en el suelo, simulando estar mareado y muy malito, se levantó raudo y restablecido cuando un miembro del servicio de seguridad sacudió las manos para echarle sobre la cara unas gotas de agua. Los allí presentes quedaron boquiabiertos, embebecidos…

Los buenos modos de los encerrados, en ocasiones, brillaron por su ausencia. El colectivo senegalés estuvo sin mantas hasta que le fueron devueltas, pues los otros se las habían quitado para utilizarlas como almohadas. Se oyeron expresiones de todo tipo contra el servicio de seguridad, por ejemplo: ‘Os tenemos que matar a todos’. Otro altercado consistió en que los senegaleses fueron arrancando aquellos carteles tan desagradables (tamaño folio) que habían pegado los moros por el campus, representando al vicerrector como un perrito, que el rector llevaba atado con un cordel. Además, sigue sin aparecer algún que otro cuchillo de los utilizados en la ‘fiesta del sacrificio’.

El 2 de marzo la prensa informó sobre la inmovilización de miles de reses en la provincia por un brote de fiebre aftosa. El día 5, en la zona del antiguo campo de fútbol de la UAL, tuvo lugar la matanza de los seis corderos, que fueron degollados y dos de ellos troceados. La normativa que regula el sacrificio de animales no fue tenida en cuenta, dado que es obligado hacerlo en los mataderos oficiales. Por intervención de los veterinarios allí desplazados toda la carne fue retirada  e incinerada posteriormente en una planta de Cártama (Málaga). La declaración del vicerrector sobre los corderos fue propia de un pardillo: “Si hay una orden que impide el traslado hasta la UAL, yo la ignoraba”. Pedro Molina estaba ‘fundido’ y fue sustituido el día 7 por otro vicerrector, J. J. Giménez.

El día 10 se fueron los 39 subsaharianos habiendo conseguido sus papeles y tras entregar sendas cartas de agradecimiento al ‘señor Pedro’ y al servicio de seguridad.  Quedaban 76 magrebíes. Días después empezó la reunión con el Defensor del Pueblo (Chamizo), cuya propuesta acabó por ser aceptada el día 22, iniciándose la toma de datos para el papeleo. El amplio grupo residual se fue en autobús con sus papeles en la mañana del día 23 dando por terminado el encierro. El gasto en comidas, toallas, ropa interior, ampliación del servicio de seguridad, artículos y personal de limpieza, reparaciones de los destrozos, etc., fue elevado. Prensa: “El rector cifra en unos treinta millones los gastos del encierro” (unos 180 mil euros).

El 10 de julio de 2003 fue registrado en la UAL un escrito (nº de entrada: 16439) solicitando "realizar el trabajo Disortografías en la Prueba de Acceso a la Universidad, para lo cual se dispone de un grupo integrado por varios profesores de IES y uno de la UAL”. Esto ya fue tratado el año pasado (Veinte años de silencio) y terminaba así: ¿Conocerá por fin la sociedad almeriense el porcentaje de alumnos que comete fallos ortográficos en dicha prueba?

Finalizaré con la frase de un colega que ya no está entre nosotros. Tras la visita a una de sus cuatro bayucas preferidas, nada más pisar la calle, se detuvo y dijo: “Oye, José Miguel, ¿por qué la UAL se volcó con aquel encierro y no hizo ni puñetero caso a quienes estábamos preocupados por las faltas de ortografía?”

 

José Miguel García Torres

 

Publicado el 22-03-2024

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