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UAL: CASI 20 AÑOS DE SILENCIO

 

 El 10 de julio de 2003, o sea, casi veinte años atrás, fue registrado en la  UAL un escrito (nº de entrada: 16439) solicitando “realizar el trabajo Disortografías en la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU), para lo cual se dispone de un grupo integrado por varios profesores de IES y uno de la UAL. Al respecto presento el siguiente esquema operativo, supeditado obviamente a las condiciones que imponga la UAL. Para ello se necesita acceder a los exámenes realizados por alumnos calificados ‘aptos’ en la PAU de 2002 (junio y septiembre). El muestreo se haría de forma anónima y aleatoria, entresacando para su análisis uno de cada diez exámenes. Durante la lectura se harían anotaciones en una plantilla preparada al efecto, dejando tal cual el examen que se revisa. El grupo de trabajo está dispuesto a permanecer ‘encerrado’ en cualquier aula o dependencia que señale la UAL, los días o jornadas que se acuerden”. No hubo respuesta.

Con anterioridad, en septiembre de 1999, el Parlamento de Andalucía (registro de salida nº 4947), respondió a la pregunta formulada por un partido político que se hizo eco de lo publicado en la prensa local: “Adjunto les remito contestación del Consejo de Gobierno a la pregunta con ruego de respuesta escrita, relativa a profesores de instituto en Almería preocupados por el alto índice de fallos ortográficos”.  Días después, tres profesores de IES se presentaron en la UAL y mostraron  dicha respuesta, siendo amablemente atendidos y hábilmente toreados, episodio que queda resumido en la siguiente frase: “No es función de la UAL inmiscuirse en los asuntos de los institutos”. A esta respuesta evasiva le faltó clarividencia para entrever que el problema de las disortografías traspasaría la PAU y contaminaría la enseñanza universitaria.

El análisis de los exámenes realizados en la PAU (ahora PEVAU) es fundamental para estimar numéricamente el alcance de esta problemática, pues dicha prueba se comporta como una superficie especular bifronte, dado que por una cara refleja la calidad ortográfica en los cursos terminales del Bachillerato, y por la otra, anuncia la magnitud del tsunami disortográfico que anegará el nivel universitario. Así año tras año. Esto es algo que queríamos exponer ante el rector, sugiriendo que activara a los responsables de las ponencias de las asignaturas para repasar la ortografía en los exámenes de 2022, en su totalidad o mediante el correspondiente muestreo. La idea era que estos resultados se hicieran públicos a finales de marzo pasado (la entrevista, nonata, se solicitó el 6 de febrero). 

Por otra parte, como es sabido, el Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE) concluyó su novena edición en un acto de clausura celebrado el 30 de marzo de 2023 en el Palacio de Congresos de Cádiz. El director de la RAE, manifestó que “la lengua es una cuestión de Estado y que para ello es clave el desarrollo de políticas lingüísticas que amparen e impulsen el español como elemento caracterizador de nuestra cultura”. Si se hubiera disipado a tiempo la neblina perceptiva que a veces sobrevuela la Finca Santa Isabel y La Cañada de San Urbano, la sociedad almeriense habría conocido en tal fecha varias cuestiones de interés. En primer lugar, el resultado del certamen ortográfico que se pretendía celebrar el 30 de marzo, mediante una plataforma ‘online’, con alumnado de 2º de Bachillerato y con los inscritos en la UAL, de manera simultánea. La plataforma estaría operativa durante media hora, tiempo suficiente para marcar las opciones del cuestionario. En segundo lugar, previa activación de los equipos formados por los ponentes de la UAL (son quienes orientan y coordinan al profesorado de 2º de Bachillerato), se habría podido calcular el porcentaje de alumnos con faltas de ortografía en la PEVAU del curso pasado.  Dos granitos de arena originales y únicos a nivel nacional que Almería hubiera aportado coincidiendo con la clausura del IX-CILE.  

Concluyendo. Sin el apoyo de las autoridades educativas cualquier planteamiento queda convertido en agua de borrajas. Estamos a las puertas de la PEVAU del presente curso (a mediados de junio próximo en convocatoria ordinaria). La autoridad competente debería ordenar a los ponentes algo tan sencillo como controlar o contabilizar las disortografías debidamente marcadas, sin prisa, por los correctores de los exámenes. ¿Conocerá por fin la sociedad almeriense el porcentaje de alumnos que comete fallos ortográficos en dicha prueba?

José Miguel García Torres

 

Publicado el 22 de abril de 2023